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viernes, 30 de julio de 2021

PARQUE NACIONAL CANAIMA DEPRADADO

Por El Nacional -julio 30, 2021 Parque Nacional Canaima Arco Minero Indígenas: tierras y cultura Archivo Si esto fuera una película de ciencia ficción, el monstruo depredador sería rojito e inmensamente gordo y su voracidad estaría dirigida a todo lo verde, toda la fauna y toda el agua que se encuentran en una extensión de 30.000 kilómetros cuadrados y que ha sido el hogar ancestral de la etnia pemón, Canaima. En 1994 la Unesco declaró al parque nacional como patrimonio de la humanidad, no porque le parecía hermoso, sino porque científicamente está comprobado que en esa zona están las piedras originarias, los más viejos trozos del planeta, además de la caída de agua más alta del mundo y cientos de otros paisajes únicos. Siempre ha sido orgullo de los venezolanos, porque es evidencia de una riqueza inmensa. Tanto que se llenó la boca el comandante difunto con ese discurso mentiroso y vacío de querer proteger a los indígenas. Uno más de sus delirios, que lo hacían afirmar que él tenía sangre de los “pobladores originarios”. Que le pregunten de protección a los pemones que han visto su tierra destrozada por la voracidad de los herederos de Chávez de decretar el famoso Arco Minero en 2016. Todo porque desesperadamente querían sacar el último gramo de oro, porque estos personajes no se saciaban con lo que habían robado hasta entonces. Los pemones están cansados de denunciar la destrucción sin precedentes a manos de narcotraficantes, mineros ilegales, militares del régimen y demás cuerda de delincuentes de una de las zonas más importantes para el planeta, pero nadie les ha hecho caso. Ahora, World Heritage Watch lanza un grito de auxilio y le pide a la Unesco que incluya al Parque Nacional Canaima como patrimonio en peligro y que envíe una comisión para que recoja las pruebas de la destrucción del ecosistema de por lo menos 500 hectáreas. Se sabe que las consecuencias de haber acabado con toda la capa vegetal, el hábitat de animales únicos y el terreno llegan hasta los ríos y los reservorios de agua, porque en la fiebre por conseguir oro los forajidos usan mercurio y otros venenos. La devastación se extiende hasta más allá de los huecos que han abierto en la tierra. Si no se toman medidas a tiempo, es posible que esa zona primigenia deje de existir y solo sea parte de las investigaciones académicas y de los textos científicos. Nos tendremos que conformar con ver los modelos de la zona reproducidos virtualmente. Habrá que recurrir a los archivos para conocer el canto de pájaros o el aspecto de otros animales. Y el Salto Ángel, el Churún Merú, será solo un recuerdo. Ojalá que la Unesco pueda detener esta barbaridad, porque el Parque Nacional Canaima vale más que todo el oro que se han robado en estas dos décadas de revolución depredadora.